Intercitrus alerta que la detección del vector asiático del HLB en Israel obliga a la UE a dar un giro a su política fitosanitaria
Destaca la interprofesional que se trata del psílido asiático, el insecto portador de la cepa más agresiva de la enfermedad conocida como ‘Greening’ (Huanglongving o HLB) –que desencadena la bacteria Candidatus Liberibacter Asiaticus-, y que la situación, tras demostrarse que la adaptación de este insecto al clima Mediterráneo es un hecho, es de máxima gravedad porque, de llegar a la Península, nuestro país sufriría la presencia de los dos vectores del HLB: la psila asiática ahora detectada en Israel y la africana, Triozaerytreae, insecto cuya población ya se extiende desde el Algarve (Sur de Portugal) al País Vasco.
Para Intercitrus sólo es cuestión de tiempo que la bacteria pueda llegar y propagarse sin remedio. En tales circunstancias, según un estudio realizado en su momento a partir de proyecciones de lo acontecido en Florida (EE.UU), la citricultura española quedaría reducida a la mitad en 7 años y podría desaparecer en menos de 15.
De ahí que Intercitrus considera este lamentable hallazgo como un hito que «debiera forzar a la Unión Europea a dar un nuevo giro a su política fitosanitaria e implementar, sin mayor dilación y por sistema, las medidas más garantistas contra las principales amenazas de la citricultura europea.»
Y la primera oportunidad de demostrar tal cosa se dará en breve, el próximo 31 de enero y 1 de febrero, cuando se reúna el Comité Permanente Fitosanitario de la UE, que debe considerar las medidas a aplicar para frenar la creciente amenaza de los otros dos patógenos considerados por la propia UE como los más destructivos: la ‘Falsa Polilla’ (Thaumatotivialeucotreta) y la ‘Mancha negra’ (Phyllostictacitricarpa).
Intercitrus viene advirtiendo desde hace meses que, en materia de sanidad vegetal, está viviendo una situación límite que cuestiona el futuro a medio y largo plazo de esta industria. «Desde comienzos del presente siglo son ya 16 las plagas foráneas hasta ese momento no presentes en la UE –virus, bacterias o insectos- que se han instalado en la citricultura española. Cada año y pocos meses, como consecuencia directa de la intensificación del tráfico global, de la política aperturista en materia comercial de la UE y del propio cambio climático -con inviernos cada vez más cortos y suaves-, se identifica e instala un nuevo patógeno.
Plagas que disparan los gastos y los destríos –con cientos de miles de toneladas afectadas cada año y un grave daño medioambiental- frente a las que se desconoce su desarrollo, ciclo biológico y tratamientos necesarios. Tal cosa se da en el seno de la UE –la zona del planeta más restrictiva en cuanto al uso de fitosanitarios– y que además ha aprobado una Estrategia «De l agranja a la mesa» que forzará al agro a reducir un 50% en los próximos 8 años las pocas sustancias activas hoy habilitadas.»