Avicultura: ¿alcanza con reducir el 25 % de los derechos de exportación?
“Su efecto es más simbólico que transformador. Más que nada, es el primer paso en un camino que requiere de mayores ajustes para que la avicultura argentina pueda competir eficazmente en el mercado internacional, así como se trata de un claro indicio de que el Gobierno está dispuesto a cumplir con sus anuncios”.
Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), no podría haber sido más explícito acerca de la medida resuelta por el Gobierno nacional para la reducción del 25 % en las retenciones para diferentes cadenas de carne (la aviar, más allá de la bovina, que es la de mayor repercusión), así como la eliminación de los derechos de exportación a los productos de la categoría vaca y de las cadenas porcina y láctea.
Más allá de un eventual conformismo, la intención coincidente de la cadena es la total eliminación de las retenciones para darle un empuje, sostienen, real a la actividad. En este sentido, incluso, algunas vertientes admitían que podía ocurrir por un tiempo prudencial para, luego, volver a recalcular.
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La idea está fundada en argumentos que, para el sector, son sólidos. Y uno de ellos tiene nombre: influenza aviar.
“Estamos en un momento donde los mercados internacionales reevalúan a los proveedores como consecuencia de la citada crisis sanitaria que no sólo nos afectó a todos, sino que representó un desafío para la avicultura argentina”, explica Domenech en catedraavicola.com.ar
En este sentido, el cierre del mercado no es un dato menor, habida cuenta de que se trata del 38 % de las exportaciones nacionales y, por ende, con un pronóstico de complejo reemplazo.
La búsqueda de nuevos mercados, tal como sucede con otras cadenas generadoras de proteínas y de alimentos en el país, ocupa hoy gran parte del tiempo de la cadena aviar. Así entonces se suman Chile y México, ya concretados, pero con volúmenes incipientes.
Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas.
De acuerdo con fuentes del propio Centro de Empresas Procesadoras Avícolas, en este mes de julio la suma del consumo de carne de pollo —y huevos— posicionó a la producción avícola como la proteína animal más consumida en nuestro país: 68 kilos por habitante al año.
En el desglose, aparecen 47 kilos de pollo y 21,2 kilos de huevos, a razón de 336 unidades per cápita por año. En la comparación, asoma luego la carne vacuna, con un promedio de 45 k/h/a y el cerdo, que llega a los 20 k/h/a.
Sobre la coyuntura del mercado interno, que se lleva el 90 % de la producción aviar, Domenech explica: “El consumo de productos avícolas se mantiene estable, aunque eso, como siempre sucede, está influenciado en forma directa por la capacidad adquisitiva de los consumidores. En tal sentido, la volatilidad en los precios de la carne vacuna ha provocado fluctuaciones en la demanda de pollo, lo que obliga a los productores a adaptarse de manera rápida a nuevas condiciones”.

Más allá de la baja en el nivel de retenciones, la adecuación del tipo de cambio es otra de las preocupaciones de la cadena.
“Es creciente la diferencia de costos, en dólares, que enfrentan los productores argentinos. La inflación local y el tipo de cambio han erosionado la competitividad del sector, haciendo que nuestros productos avícolas sean más caros en el mercado global. Si bien la reducción en las retenciones ayuda a mitigar este problema, en realidad se requiere un ajuste más profundo en el tipo de cambio para nivelar el terreno de juego”, describe.
Acerca del futuro, el dirigente dice que es optimista. Nota al pie: siempre y cuando se implementen políticas estratégicas, coherentes y sostenidas y el productor pueda acceder a créditos para seguir invirtiendo en tecnología y en eficiencia productiva para mantener la competitividad en un entorno global cada vez más exigente.