El ahumado de la carne para prolongar su vida útil se inició hace 1 millón de años
Investigadores del Departamento Alkow de Arqueología y Culturas del Antiguo Cercano Oriente de la Universidad de Tel Aviv han realizado una investigación en la que proponen que el fuego, para los primeros humanos, se utilizaba para salvaguardar la caza mayor de otros depredadores y carroñeros que buscaban robar la carne cazada, y segundo, preservar la carne mediante ahumado y secado, evitando su deterioro y permitiendo su consumo con el tiempo.
El estudio fue realizado por Miki Ben-Dor y Ran Barkai, del Departamento de Arqueología y Culturas del Antiguo Oriente Próximo de Alkow, en la Universidad de Tel Aviv, y se publicó en la revista Frontiers in Nutrition.
Esta idea se enmarca en una teoría unificadora más amplia, desarrollada por los mismos investigadores, que explica muchos fenómenos prehistóricos basándose en la dependencia humana de las calorías derivadas de animales grandes, junto con una disminución continua del tamaño de los animales cazados a lo largo de los períodos prehistóricos.
Según Barkai, “los orígenes del uso del fuego son un tema candente entre los investigadores de la prehistoria de todo el mundo. Existe un consenso generalizado de que hace 400.000 años, el uso del fuego era común en contextos domésticos, probablemente para asar carne, y quizás también para iluminar y calentar. Sin embargo, existe controversia sobre el millón de años anterior, y se han planteado diversas hipótesis para explicar por qué los primeros humanos comenzaron a usar el fuego. En este estudio, buscamos explorar una nueva perspectiva sobre el tema”.
Los investigadores revisaron la literatura existente sobre todos los yacimientos prehistóricos conocidos, datados entre 1,8 millones y 800.000 años atrás, donde se encontró evidencia del uso del fuego. Existen nueve yacimientos de este tipo en todo el mundo, incluyendo Gesher Benot Ya’aqov y la cantera de Evron en Israel, seis yacimientos en África y uno en España. Además, se basaron en estudios etnográficos de sociedades de cazadores-recolectores contemporáneas, relacionando su comportamiento con las condiciones que prevalecían en entornos antiguos.
Un análisis de los hallazgos y los cálculos de la importante ventaja energética de conservar la carne y la grasa llevaron a los investigadores a una nueva conclusión, nunca antes propuesta: el fuego tenía dos propósitos vitales para los primeros humanos: primero, proteger la caza mayor de otros depredadores y carroñeros que buscaban apoderarse del “tesoro” y, segundo, conservar la carne mediante ahumado y secado, evitando su deterioro y haciéndola comestible durante un largo período de tiempo.