Abascal intensifica su cruzada contra el islam: ni carne halal, ni fiesta del Cordero ni velo en las aulas
Mientras el Partido Socialista debate cómo salir de las tinieblas del caso Santos Cerdán y el PP se mueve entre cortejar a Puigdemont y dinamitar todos los puentes con sus antiguos socios nacionalistas, en España hay un tercer partido que juega en otra liga. La liga ultra-patriótica que ha emprendido una cruzada contra la inmigración islámica y contra todo aquello que ponga en cuestión el “ethos” de la patria soñada por Santiago Abascal y sus acólitos.
En el último mes, Vox, tercera fuerza nacional en votos y escaños, ha llevado al Congreso medidas para acabar con la enseñanza del Islam en las aulas, para prohibir la celebración de la fiesta del Cordero y para reclamar, incluso, “exhaustivas pruebas periciales” para determinar la edad de los menores no acompañados que cruzan nuestros fronteras. La agenda radical de Vox contra la inmigración avanza discretamente bajo los grandes titulares que ocupan a diario PP y PSOE.
Si fuera por Abascal, martillo de herejes conversos, en España habría un control de fronteras duro y riguroso, al más puro estilo trumpista en Estados Unidos. Vox ha pedido en el Congreso que los menores no acompañados sean sometidos a pruebas periciales que determinen su edad “con el mínimo margen de error posible” para evitar cualquier fraude. Su solución pasa por someterlos a técnicas como “la radiografía de la cresta ilíaca de la cadera (técnica del índice de Risser)”. Se trata de una prueba médica que estima la madurez ósea y que ni precisa ni infalible. De hecho, diversas organizaciones como la ONU o Save the Children consideran que usar esta técnica para definir si un joven inmigrante es mayor o menor de edad puede vulnerar sus derechos, ya que ni es concluyente ni debe usarse como única prueba.
En la España soñada por Vox tampoco se destinarían fondos de la cooperación española a la ayuda de los palestinos que malviven bajos las bombas de Israel. Abascal quiere “suspender” el envío de fondos a “zonas controladas por la banda terrorista Hamas” y auditar at odas las ONGs que operan en la zona para comprobar que el dinero de la administración española no “haya contribuido a financiar la perpetración de actos de terrorismo”. Porque para Vox, está en duda que buena parte de las ONGs que tratan de ayudar en este conflicto “no colaboren de forma activa en la lucha contra el terrorismo o la inmigración ilegal”.
En paralelo, la agenda islamófoba de Vox quiere proteger la educación española de cualquier aproximamiento al conocimiento de la cultura y la fe de los seguidores de Mahoma. Vox ha pedido en el Congreso “suprimir de forma inmediata” la aplicación del Programa para la Enseñanza de Lengua Árabe y Cultura Marroquí suscrito entre España y Marruecos en 2012 “por permitir que una nación extranjera tenga influencia en los centros educativos españoles”.
Abascal quiere recentralizar el sistema educativo para garantizar un currículo que “refuerce la unidad de la Nación” y defienda la “realidad cultural, lingüística, histórica y geográfica” de España. Una España sin velos ni “cualquier otro atuendo o vestimenta islámica, en los centros educativos y universidades” y una Nación en la que la motosierra de Abascal quitaría toda financiaciñon pública a cualquier entidad islámica “que promueva visiones del mundo o enseñanzas contrarias a los valores identitarios de España, su cultura y tradiciones”.
Vox quiere “llevar a cabo los cambios legislativos necesarios para evitar la implantación en España de corrientes islámicas que den cobijo al terrorismo yihadista, así como prohibir la apertura de nuevos centros islamistas en los que se incite y se promueva el terrorismo y el odio a nuestra cultura y valores”.
La formación ultra no diferencia entre musulmanes buenos y musulmanes radicalizados. Y por eso, quiere suprimir de un plumazo cualquier manifestación cultural que huela a islamismo, como la celebración de la “Fiesta del Cordero”, “incompatible con la identidad y los usos y costumbres españolas”. “España es una nación forjada sobre los fundamentos de la filosofía griega, el derecho romano y la civilización cristiana”, explican como si la Reconquista jamás hubiera existido para avanzar hacia reinos que no pertenecían, precisamente, a los reyes Isabel y Fernando.
El desarrollo de la Fiesta del Cordero en suelo nacional “no solo representa –a su juicio- un retroceso cultural, sino también un agravio comparativo hacia quienes conservan las tradiciones españolas como una contribución preciosa a la vida espiritual de la sociedad”. En su defecto, Vox quiere santificar las fiestas patrióticas rojigualdas: el 6 de enero, Epifanía del Señor; Jueves Santo; Viernes Santo; 15 de agosto, Asunción de la Virgen; 1 de noviembre, Todos los Santos; 8 de diciembre, Inmaculada Concepción; 25 de diciembre, Natividad del Señor, amén de otros festejos como el 25 de julio, Santiago Apóstol; 19 de marzo, San José; el Corpus Christi; la Ascensión; 29 junio, Santos Apóstoles Pedro y Pablo.
“Es particularmente alarmante que la conmemoración de la Fiesta del cordero cuente con la colaboración activa o pasiva de las administraciones públicas: desde la cesión de espacios,hasta la instalación de mataderos móviles; pasando por el respaldo institucional”, critican. Todo ello constituye, dicen, una “erosión consciente de nuestro legado que constituye una rendición cultural”.
Y esta rendición también implica combatir cualquier intromisión gastronómica en nuestros barrios y ciudades. Por ello, Vox pide “impulsar activamente la gastronomía y carnicería tradicionales españolas frente ala expansión de sellos extranjeros como el halal, garantizando el derecho de los consumidores a adquirir productos arraigados en nuestra cultura alimentaria y apoyando a los productores que defienden nuestras costumbres.Para que la unidad de su modelo de España viva y perviva per secula seculorum.