Bienestar Animal: ¿comodidad o naturaleza?
¿Estamos seguros de entender qué significa realmente “bienestar”?
Imaginemos dos personas: Una pasa el día en casa. No pasa frío ni calor. No le da el sol. Tiene comida procesada de sobra. Agua caliente. Sofá. Seguridad total. Pero apenas se mueve. No respira aire fresco. No explora. Sus pies ni conectan con la naturaleza. Come alimentos ultraprocesados.
La otra entrena. Se expone a frío, luego a calor, baños de hielo y sauna. Camina descalzo en la playa. Suda. Explora lugares nuevos. Respira aire puro. Come alimentos sin procesar. Se expone al sol. Vive más en contacto con lo real.
Cada vez más son los estudios que lo demuestran: los entornos artificialmente cómodos nos enferman, mientras que el desafío moderado y el contacto con la naturaleza nos activa, nos equilibra y nos alarga la vida. Referencia: Lieberman, DE (2021).
Ejercicio: ¿Por qué algo que nunca evolucionamos para hacer es saludable y gratificante? Eso, al final, nos lleva a una vida más natural y salvaje. Y por tanto, así es como entiendo yo el bienestar animal.
La ciencia también lo respalda
A esta visión podrían añadirse muchas cosas. Por ejemplo, el veterinario francés André Voisin logró demostrar científicamente que la salud de una vaca dependía en gran parte del momento exacto en que se encontraba con la hierba. Las plantas jóvenes no deben pastarse antes de su punto óptimo. Lo explica muy claro en su libro Suelo, hierba y cáncer. Muchas enfermedades del ganado no son culpa del azar, sino consecuencia de decisiones humanas -selecciones genéticas, manejos inadecuados, ritmos impuestos- que, aunque sin mala intención, comprometen su bienestar.
El vaquero siempre quiere lo mejor para sus animales. Pero… ¿sabe realmente qué es “lo mejor”? ¿Es el animal del siglo XXI la persona del ejemplo A o del B?
Debemos cuestionarnos muchas cosas. Y sobre todo, dejar de juzgar el bienestar desde el prisma cómodo del ego humano.
Jesús Rodríguez