14 de mayo de 2024 16:14 PM
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Chile se consolida como el primer exportador de semillas

Chile se consolida como el primer exportador de semillas de todo el hemisferio sur y desde el 2021 registra un crecimiento que se ha mantenido en el tiempo. Si bien destaca su estabilidad, desde el sector analizan los desafíos para no perder competitividad.

La producción de semillas en Chile tiene más de 60 años de historia. Es un gremio cohesionado, que ha sabido enfrentar diversas crisis y aprovechar los tiempos de bonanza manteniendo una mirada de largo plazo. Dentro de las complejidades que habitualmente azotan el desarrollo de la agricultura nacional, la industria semillera ha sabido encontrar estabilidad.

José Ignacio Salazar, presidente de ANPROS.

La instalación de empresas multinacionales en el país, el desarrollo de I+D y la búsqueda de nuevas alternativas de semillas son consecuencia y a la vez explican un trabajo que tiene a Chile desde hace décadas dentro del top 10 de países exportadores de semillas a nivel mundial. Además, se suma la capacidad institucional para mantener el ritmo de expansión sin deteriorar los elementos de confiabilidad que han sostenido este crecimiento, destacando la labor fitosanitaria del Servicio Agrícola Ganadero (SAG) y el rol de la Asociación Nacional de Productores de Semillas (ANPROS).

Rodrigo Gironés, primer vicepresidente de ANPROS y gerente general de Pinto Piga Seeds.

Durante los últimos 20 años la industria semillera nacional ha experimentado un fuerte crecimiento, que se ha visto expresado en el aumento de las exportaciones. En 2002 el sector alcanzó US$ 144,2 millones, mientras que el 2011 se registraron US$ 442,2 millones. El 2013 fue el año récord, donde las exportaciones totales alcanzaron los US$650 millones, y luego el 2014 se reportaron US$ 500 millones. Desde ese año en adelante el 2023 ha sido la mejor temporada, en la que se alcanzó los US$ 448,6 millones, y resultó para la industria el cuarto mejor año de la historia.

Las razones que han determinado este crecimiento y que han colocado a Chile como el mayor exportador de semillas del hemisferio sur son diversas. Este liderazgo se debe en gran parte a sus ventajas geográficas, climáticas, políticas y económicas, pero por sobre todo a la excelente calidad y confianza que nuestro país entrega. Chile destaca por su capacidad de producir semillas en contra estación, lo que lo ha posicionado como el país más propicio para abastecer el hemisferio norte.

Números alentadores

“Si pudiese resumir la última temporada en una palabra sería ‘estabilidad’”, afirma José Ignacio Salazar, presidente de ANPROS, respecto a su evaluación del último año del sector. Por cierto, el dirigente gremial valora los números y el crecimiento que registran todos los grupos de cultivos, y destaca las hortalizas, que tuvieron un aumento importante de 27%, lo que es una buena noticia sobre todo para la producción agrícola local.

“El estable lo pongo entre comillas, porque si yo miro los números duros puedo decir que vamos al alza y hemos venido creciendo en los dos últimos años. Sin embargo, cuando miro la agricultura, a los usuarios de la semilla, tenemos complejidades en trigo y maíz por los bajos precios de venta, y ahí veo una serie de desafíos que están poniéndole esas comillas a la estabilidad”, indica el presidente de ANPROS.

El principal destino de la producción de semillas es el mercado externo y la principal semilla exportada es la de maíz. Según cifras entregadas por ANPROS, este cultivo creció un 13%, muy lejos del 125% de crecimiento que registró la canola respecto al 2022. Luego le sigue el girasol con un 40% y las hortalizas, con un 27%, que representa un valor histórico.

Las exportaciones de semillas de hortalizas en 2023 alcanzaron los US$ 208,7millones, que son 4.965 toneladas, un 45% más que lo exportado el 2022. A partir de 2015, este grupo corresponde a la mayor proporción de semillas exportadas, lugar que por más de una década ocupó el maíz.

Respecto a ese punto, Salazar considera relevante el aumento de exportación de semillas de hortalizas y valora que parte de la producción local vaya para consumo interno. “Son buenos números, porque Chile exporta alrededor de 40 especies de semillas de hortalizas distintas y eso es relevante porque está bastante diversificado dentro del rubro. Los agricultores de hortalizas han venido con volúmenes que les han permitido tener buenos precios de venta en general, por ejemplo en cebolla, tomate, sandía y melón. Hay que destacar que parte importante de la hortaliza también es para consumo interno y eso tiene impacto en la economía local”, advierte el dirigente.

Eduardo De la Sotta, socio de ANPROS y CEO de la empresa Curimapu.

Eduardo De la Sotta, socio de ANPROS y CEO de la empresa Curimapu, considera que la industria semillera en Chile se encuentra en una posición sólida, con empresas consolidadas, expertise y muy buena reputación internacional. “Respecto al 2022 tuvimos un aumento de un 30% en las exportaciones. Es importante destacar y diferenciar los rubros, porque parte importante de este aumento en las exportaciones está dado por las hortalizas y también por algunos rubros específicos. En el año 2023 se exportaron muchísimas más semillas de canola que en el año anterior”, indica De la Sotta.

Por su parte, Rodrigo Gironés, primer vicepresidente de ANPROS y gerente general de Pinto Piga Seeds, comparte el buen diagnóstico, pero advierte que siempre es difícil anticipar cómo vendrá la siguiente temporada. “Actualmente en la empresa llevamos alrededor del 60% cosechado y se visualizan buenos rendimientos y calidad. Vemos un buen año productivo, sin grandes accidentes. En cuanto a contra estación, que incluye maíz, girasol, canola y soya, depende de lo que pase en el hemisferio norte y la producción allá ha estado buena, por lo que no ha sido necesario venir a Chile. Y eso, evidentemente, trae una contracción. Hoy día es muy difícil saber cómo será la próxima temporada. Se dice que posiblemente exista menos producción de ciertos cultivos porque hay un gran stock en Estados Unidos y en Europa”, afirma Gironés.

Cristina Alucema, gerente general de Hytech Production Chile y segunda vicepresidente de ANPROS, concuerda que el escenario post pandemia marcó una tendencia a la mejora del sector, pero al mismo tiempo advierte que las problemáticas pueden ser cada vez más complejas de abordar. “Tenemos ventajas geográficas y climáticas innegables para nuestros clientes en el hemisferio norte. Sin embargo, ¿qué tan ventajoso puede ser producir en Chile cuando tú ves que a nivel mundial todos los costos se incrementan? Sin duda que estamos mejor en comparación al año pasado porque por fin los fletes marítimos volvieron a su realidad y no a los precios que tuvimos en pandemia. Y si hablamos de desafíos, mañana puede haber paro en los puertos y ya te conviertes en un lugar donde tus clientes se preguntan ¿pongo o no mis fichas en Chile si tengo estas variables en contra?”, advierte Alucema.

Cristina Alucema, gerente general de Hytech Production Chile y segunda vicepresidente de ANPROS.

Producir más con menos

Todavía hay aspectos a mejorar para alcanzar un mayor crecimiento en volúmenes y valor agregado de productos y servicios en la industria semillera nacional. Según datos de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), la superficie de semilleros es de aproximadamente 45.000 hectáreas, distribuidas principalmente en las regiones del Maule (44%), O ́Higgins (22%) y Bío Bío (13%). Hace diez años la superficie de semilleros superaba las 50.000 hectáreas, lo que significa una reducción de un 10%. A partir de esto, la pregunta que todos se hacen es ¿cómo producir más con menos? Resulta una inquietud que también aplica a disponibilidad de recurso hídrico, mano de obra y todo aquello que hoy representa un aumento significativo de costos.

Este último punto es uno de los desafíos más importantes que presenta la industria para lograr su mejor versión. Existen temas geopolíticos, que impactan a toda la agricultura y que generan incertidumbre económica. Situaciones que se suman a otras problemáticas como implementación de nuevas tecnologías, efectos del cambio climático y la inestabilidad macroeconómica.

“Hay que ser realistas…tenemos que producir más con menos. Con menos recursos, menos agua y menos superficie. Estamos frente a un panorama donde vamos a tener que abordar nuevos desafíos y hay que estar preparados para ello”, expresa Cristina Alucema.

“Los desafíos que tiene la industria de semillas son gigantescos. Uno, el cambio climático. Para hacerle frente tenemos que adoptar inmediatamente tecnologías de producción, de lo contrario nos quedamos atrás. Si no hacemos eso en forma ágil y rápida, se pone difícil competir con el mundo. Por otra parte, están los costos, y el principal es el costo de la tierra, el cual está altísimo”, expresa Rodrigo Gironés.

En agricultura el problema de las alzas de costos siempre está presente y se expresa en casi todas las variables de producción: arriendos de tierra, energía, fertilizantes ,pesticidas, entre otras. A juicio de José Ignacio Salazar, esas alzas no son transferidas al producto final porque el mercado no lo soportaría. “Es un tema difícil porque lo que pasa finalmente es que el agricultor, que no es competitivo y no tiene mucho volumen, termina perdiendo capacidad de comercialización. Ese es un tema que se ve en todos los cultivos, pero en hortalizas es más marcado. Una consecuencia de eso es que se empiezan a reducir las áreas de cultivo. El agricultor que antes le alcanzaba para producir 10, ahora le alcanza para producir 8, y en 8 tiene que hacer un gran esfuerzo para producir más con menos”, afirma el presidente de ANPROS.

Es una realidad que vive día a día Karen Torres, agricultora del sector de Cuadrapange ,región de Ñuble. Torres se autodefine como una “mujer de campo”, se dedica a la agricultura familiar campesina en su parcela de 9,5 hectáreas y su principal cultivo es la semilla de poroto.

“Las semillas las comercializo dentro de la misma localidad a otros agricultores, tratando de poder sacar el mayor rendimiento económico. Las empresas compran a precios bajos, así que tratamos de hacerlo de manera particular. El trabajo siempre es el mismo, pero el rendimiento cada año es menor. Aquí juegan muchos factores, pero el cambio climático es el mayor enemigo que tenemos para la multiplicación de semillas”, dice la agricultora.

Junto con eso, el mayor problema para ella y su familia es el factor económico. “Como cada vez es menos rentable, hay menos agricultores. Con el tiempo se va acabando el pequeño agricultor porque prefieren arrendar las tierras por un tema económico” ,advierte con preocupación Torres.

Impulso de la I+D

Ya está dicho, producir más y mejores alimentos resume los principales objetivos de la

En 2002 se exportaron US$ 144,2 millones, mientras que en 2011 se registraron US$ 442,2 millones. El 2013 fue el año récord, US$ 650 millones, que cayó a US$ 500 millones en 2014. Desde entonces, el 2023 ha sido la mejor temporada: US$ 448,6 millones, el cuarto mejor año de la historia para la industria.

industria semillera. Si bien en los últimos años se han visto avances, estos no son suficientes para la demanda creciente que genera el aumento poblacional del planeta. Para lograrlo, el impulso de la I+D y la incorporación de tecnología es casi una obligación para los diferentes actores de la industria. La mirada de largo plazo es crucial y la recompensa de este trabajo es el desarrollo de nuevas variedades que se adapten a las diferentes necesidades y escenarios de empresas y agricultores, porque son la plataforma para enfrentar el cambio climático y producir más con menos.

En otros países como Estados Unidos, Argentina y Brasil, los agricultores ocupan biotecnología como la transgenia o la edición genética, que les permite producir más con menos superficie. Eso, sumado a la tecnología de siembra y fertilización que va aparejada con esta biotecnología, hace que los rendimientos vayan creciendo año a año. Desde ANPROS plantean que, en el caso de la industria semillera chilena en particular, se debe cautelar el progreso que ha tenido en el país la producción y exportación de semillas convencionales, por lo que la eventual introducción de cultivos comerciales (OGM) al país debe hacerse en base a un análisis caso a caso que considere los efectos que dicha autorización pudiera tener sobre las producciones de semilla convencional.

Respecto a la biotecnología, José Ignacio Salazar plantea que el desarrollo de tecnologías en Chile es clave no solo para asegurar la competitividad del sector, sino también para resguardar la seguridad alimentaria del país. “La edición génica es una tecnología que deberíamos acelerar. Es importante que la ciudadanía entienda que si no avanzamos en estos temas un día los alimentos podrían faltar. Hoy existen variedades editadas y otras transgénicas que las ocupan en Argentina y después las importamos y la gente aquí las consume igual. Pero acá solo las podemos exportar. No esperemos a que los agricultores ya no tengan dónde plantar o no tengan oportunidades de seguir trabajando para retomar el tema. Esta es una carrera tecnológica y constantemente van saliendo cosas nuevas. No es solo la semilla transgénica. Es también el sensor que está conectado al satélite y que siembra, fertiliza y riega satelitalmente. De esa manera, tus rendimientos por hectárea se duplican, pero en Chile no estamos teniendo esa conversación”, afirma.

Una opinión similar acerca de los desafíos tecnológicos tiene Eduardo de la Sotta, quien considera que mejorarla eficiencia es la clave para el sector. “Para seguir siendo competitivos tenemos que mejorar muchísimo en eficiencia, lo que significa producir más con menos. En el caso de Curimapu, el 90-95% de los cultivos son bajo riego tecnificado, cuidando el recurso hídrico. Las empresas estamos llamados a ser eficientes en nuestras producciones para así aumentar los rendimientos. Chile de por sí siempre va a ser un país caro porque estamos en contra estación y debemos responder rápidamente a las solicitudes de nuestros clientes. Por eso, es importante sacar mayores rendimientos con la mejor calidad posible y al menor costo. Eso se puede hacer en la medida que se invierta en tecnología”, advierte De la Sotta.

Estos resultados también repercuten en la multiplicación de semillas y en el trabajo de campo, que es un elemento clave en la cadena de producción. Diferentes iniciativas se están desarrollando en esta línea que buscan reforzar el trabajo con los agricultores y también procurar el resguardo de material genético.

Mantener el liderazgo

Si hay algo seguro es que la industria semillera chilena quiere ir por más. Los buenos resultados de la última temporada son señales de que el sector va por un buen camino, con la conciencia de que hay competitividad pero que las condiciones siempre pueden cambiar de un momento a otro.

“La principal amenaza somos nosotros mismos y nuestra productividad”, señala José Ignacio Salazar. “Estamos muy caros con respecto al resto del mundo. ¿Cuál es la ventaja que tenemos? Que estamos en el hemisferio sur y aquí no hay muchos más actores que tengan la credibilidad y la experiencia en los resultados que logramos en Chile. Tenemos un país fitosanitariamente muy rico, gozamos de buena reputación en términos de claridad y regulaciones, y eso es algo que tenemos que seguir cuidando. Debemos ser capaces de producir más con costos menores, de lo contrario es evidente que aparecerán otros actores”, apunta el presidente de ANPROS.

En tanto, Eduardo De la Sotta, considera que las posibilidades de seguir creciendo están y que las condiciones de Chile lo permiten, pero hay que mantenerse atentos al panorama internacional de incertidumbre. “Chile sigue siendo líder dentro de la industria y en el mercado mundial de semillas el hemisferio sur es un punto de producción y exportación de semillas en contra estación. Chile tiene un sitial y es difícil que lo desplacen porque tiene también un prestigio como industria de producción de semillas de calidad y cuenta con instituciones como el SAG que también le dan credibilidad en lo que se refiere a certificaciones”, comenta el CEO de Curimapu.

En esa misma línea, la gerente general de Hytech Production, Cristina Alucema, asegura que, si bien Chile es el primer exportador de semillas en todo el hemisferio sur, hay que mantenerse alertas al estar insertos en una industria competitiva. “Chile tiene un lugar ganado a nivel mundial y para mantener esa posición debemos invitar a todos los stakeholders a conversar. Si queremos que los clientes en el extranjero nos sigan viendo con una ventaja competitiva real, tenemos que sentarnos a hablar sobre nuestras necesidades, desafíos y trabajar juntos para superarlos”, concluye.

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