El campo necesita una mirada de faros largos (incentivado por los DEX a la baja)
Más allá de las (inevitables) coyunturas climáticas y las cada vez más variables condiciones del mercado internacional de precios granarios, la decisión del Gobierno nacional de reducir las alícuotas de los derechos de exportación en cultivos, así como en las carnes vacuna y aviar, no deja de ser un aliciente a la hora de la planificación de estrategias en el sector agropecuario.
En tal sentido, el replanteo que se realiza por estos días a partir del anuncio del último sábado 26 del presidente de la Nación, Javier Milei, en la inauguración de la Exposición Rural de Palermo, no hace sino poner negro sobre blanco respecto del rumbo hacia dónde debe enfocarse el campo.
El detalle completo prevé caídas de retenciones del 20 % para los granos y del 26 % (en promedio en los dos casos) para los productos cárnicos. Este es el detalle:
Recibí los Newsletters de La Nueva sin costoRegistrar
—Carnes vacuna y aviar: del 6,75 al 5 %.
—Maíz y sorgo: del 12 al 9,5 %.
—Girasol: del 7,5 al 5,5 %.
—Soja: del 33 al 26 %.
—Subproductos de soja: del 31 al 24,5 %.
Repasando un poco la historia, y de acuerdo con la compilación de la consultora Agritrend que dirige el Lic. Gustavo López, el aporte del sector en retenciones ha sido de casi 140.000 millones de dólares desde 2002, si se contempla sólo a los complejos granarios y demás subproductos. Y que, considerando la producción de la campaña presente, se podrían sumar unos U$S 6.000 millones si se cumplen las exportaciones de U$S 34.000 M (sin la actualización de las modificaciones ya citadas).
Con anterioridad a estas medidas, desde la Fundación Producir Conservando (FPC) se estimó que, para el año 2030, la Argentina posee un potencial real de exportaciones agroindustriales de casi 58.000 millones de dólares; esto es, un crecimiento cercano a U$S 20.000 M si se compara con campañas recientes. Llevado a números reales, se presume una inversión anual de entre U$S 11.000 y U$S 12.000 M en costos de implantación y de protección de cultivos (sin considerar incentivos como el actual Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones, RIGI, por ejemplo).
“A las limitaciones externas debemos sumar nuestras propias incertidumbres: condicionamientos políticos, especialmente por las elecciones de medio término, institucionales, sociales y económicas. Superarlas es clave para generar la confianza necesaria que permita mayor inversión, crecimiento y empleo”, se indicó desde la entidad que preside Gastón Bourdieu.

“Estamos transitando un cambio de rumbo. Vemos una luz al final del túnel que hace mucho no teníamos. Pero en esta transición deberían aparecer propuestas de mediano y largo plazo que, si no las abordamos hoy, nos limitarán mañana porque lleva tiempo resolverlas”, se agregó.
Puntualmente, desde la FPC se alude a temas como la inteligencia comercial; la apertura de nuevos mercados; el agregado de valor; la promoción de inversiones y exportaciones y la mejora de la precaria infraestructura; es decir, caminos, transporte fluvial, ferroviario, energía, conectividad, salud y educación de calidad en el interior, como cuestiones que deben empezar a plantearse y resolverse.
Se admitió, asimismo, que la política fiscal de corto plazo será clave para definir si se consolida el crecimiento —o seguiremos estancados— en estos niveles de área sembrada y producción, así como la incertidumbre internacional, alimentada por guerras activas y potenciales conflictos geopolíticos, se suma a las tensiones comerciales entre los Estados Unidos y China (generando un marco difuso para la planificación a largo plazo).
El vaso medio lleno se plantea a partir de que los países emergentes (principalmente en Asia) seguirán creciendo en PBI per cápita y mejorando su dieta, lo que asegura una demanda sostenida de alimentos para los próximos años. Y ahí la Argentina tiene el potencial para ser protagonista.
Por Guillermo D. Rueda