28 de junio de 2025 08:41 AM
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En Uruguay las lluvias retrasan las siembras y pueden generar problemas de implantación

A los desafíos causados por las precipitaciones se suma la guerra en Medio Oriente, que ya causó una suba en el precio de los fertilizantes, además de que los precios no están al nivel que sería deseable.

El invierno llegó con firmeza y carácter, marcando desde el primer día su impronta fría, a lo que se debe agregar viento y mucha lluvia que de acuerdo con el boletín pluviométrico del Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet), el domingo 22 marcó máximos de 8,4 milímetros en Canelones (INIA Las Brujas) a 13,6 milímetros en Maldonado (Laguna del Sauce). Las precipitaciones continuaron el lunes 23, cuyos máximos fueron de 19 milímetros en Canelones (Soca) a 34,8 milímetros en Maldonado (Laguna del Sauce), lo que claramente incide en las actividades agrícolas del país.

Sobre la magnitud de la afectación, La Mañana consultó al Ing. Agr. Alexis González, gerente de Dalmas Agro, que abarca la zona de Colonia, San José, parte de Soriano y parte de Canelones.

“Lo que más afecta es la lluvia, principalmente porque en esta época estamos en el período de siembra de cultivos de invierno, que realmente se ha trancado mucho. En el sur venimos muy complicados y atrasados respecto al avance”, expresó; “Ya hace una semana que estamos parados y no hemos logrado terminar el plan de siembra”.

A ese retraso se suma que “empieza a correr peligro lo que ya se sembró. Todo lo sembrado en los días anteriores a la lluvia, lo que se logró hacer la otra semana, entra en una zona de peligro porque ya es mucha el agua” recibida.

“También se pueden tener problemas de implantación”, porque las precipitaciones no son de ahora ni se limitan al fin de semana y el lunes pasado, sin que viene de antes: Las últimas semanas “han sido muy complicadas por el nivel de precipitaciones, principalmente en el sur”.

Necesidad de resembrar

Para ser más preciso, el profesional subrayó que el problema de las precipitaciones se arrastra desde abril, aunque fue peor durante “principios de mayo”, debido a las “lluvias bastante frecuentes y algunas muy intensas. Con momentos en que se llegó a los 100 milímetros, y cuando eso pasa es muy peligroso para todo lo que se sembró recientemente”.

“Principalmente el sur del país ha estado muy complicado”, reiteró, “con dificultades durante la terminación de la cosecha de soja” que es un cultivo de verano, con días “muy, muy feos”, finalmente “se pudo avanzar pero con humedades altas en la cosecha”. Inmediatamente “los afectados pasaron a ser los cultivos de invierno”.

Respecto a las implantaciones valoró que “están naciendo más o menos” con “zonas que están bien implantadas y otras con dificultades donde ha sido necesario resembrar. Esa resiembra se ha dado en cultivos de carinata, colza y trigo”.

La resiembra implica “más gasto” para el productor, y “también puede causar algunas pérdidas, porque causa un desfasaje en los cultivos, la chacra no queda toda igual”.

Lo positivo es que “generalmente los productores tienen seguro de resiembra”, quiere decir que quien contrata ese seguro va a estar cubierto por “el costo de volver a sembrar esas zonas que están mal”.

Asimismo, no deja de ser “pérdida de tiempo” y “mientras se hace esa resiembra no se está sembrando o haciendo una chacra nueva” y eso es lo que “impide que se finalice con el plan trazado”.

Sobre los niveles de siembra alcanzados al momento, González dijo que el trigo va en un 76% y la cebada más rezagada con el 59%; en cambio “en colza y carinata ya estamos casi terminando lo que teníamos planificado, pero no significa que esté implantado”.

Visto desde el tiempo calendario, señaló que el objetivo es “sembrar dentro del mes de mayo, lograr terminar el mayor porcentaje de área” en el quinto mes del año, pero ya estamos en los últimos días de junio y eso no fue posible. “El año pasado estuvo complicado, pero se logró sembrar el 90% en mayo, el otro 10% se hizo en junio”.

Por otro lado, explicó que en este momento del año “ya es relativamente tarde para la colza y carinata”, y eso se va a reflejar en los problemas que se pueden dar; en cuanto al trigo y la cebada, son cultivos que “todavía están dentro de una fecha que se podría sembrar, pero no es la mejor porque el llenado del grano se atrasa y va a llegar cuando se dan las temperaturas más altas de la primavera, lo que ya de por sí puede causar dificultades”.

Otro problema que se puede dar a futuro es que los cultivos atrasados demoren la siembra de la soja de segunda que es lo que va después.

Por otra parte, “además de no dejar avanzar en el plan de siembra, la lluvia agrega otro peligro que es el de las semillas, que se pueden echar a perder por exceso de agua y terminan por no nacer”.

Con ese panorama “el productor no tiene mucho margen de acción, ni mucho por hacer”, pero hay algunos que “pueden sembrar llano, bien arriba, lo que le da un mayor margen” de probabilidades positivas.

La humedad impide retomar la siembra

Hecho eso, “todo va a depender de cuánto llueva y de cuántos días pasen mojados, porque a veces llueve poco, pero hay muchos días de garúas, que es un fenómeno que también hemos tenido”.

El ejemplo más reciente fueron las lluvias “del viernes de la otra semana, con el domingo, lunes y martes siguientes feos, con días que no secaban, y ahora la semana pasada de nuevo”. Si uno mide en milímetros “son pocos, pero el suelo se mantiene mojado, y hay que esperar a que se seque para evaluar, ver cómo van los nacimientos, y terminar con la siembra”.

Existen diferentes tipos de máquinas para sembrar, diferentes tamaños y pesos, pero con un piso mojado no hay manera: “Generalmente las máquinas se trancan, empiezan a no sembrar, los discos no pueden cortar bien y el tractor empieza a hacer barro, a patinar y se tapan los discos” que vienen detrás. “Todo eso se resume en la falta de piso que no permite trabajar, y el resultado es que se rompe todo el campo y esa tampoco es la idea”.

Frente a ese escenario, el productor solo puede esperar que el panorama cambie. “Puede hacer recorridas, observar lo que ya sembró, mirando como está naciendo, observar la maleza y planificar la fertilización y refertilización”, porque “hasta no tener piso no va a poder entrar” a la chacra.

Otra cosa que puede hacer es “alguna labor” y “contratar algún dron o avión que permita realizar aplicaciones de urea. De repente ya hay algún cultivo que está armado, que nació bien, que fue sembrado temprano y no tuvo problemas de implantación, pero como las lluvias y la humedad no permiten entrar con un sistema autopropulsado o mosquito, la opción es el dron o el avión como para ir adelantando esas tareas”, sugirió.

“En algunas zonas donde la carinata ha quedado fea, nosotros las hemos resembrado con un dron, como no logramos entrar a la chacra con la sembradora, el dron es una posibilidad válida”, apuntó.

Respecto al frío y el viento, aclaró que principalmente son una molestia al momento de recorrer los campos y las chacras, pero no hay nada que no se resuelva con buenas botas y un buen abrigo.

“En invierno el frío es bueno”, aunque “puede afectar negativamente si se dan heladas muy fuertes” que resientan la implantación de la colza, especialmente cuando la planta está muy chiquita, con mucho rastrojo, pero “por ahora no se han visto problema por heladas”.

En cuanto al viento, “en esta etapa no afecta porque los cultivos están muy chiquititos y al ras del piso, no los golpea”.

Los costos, otro desafío

González también se refirió a la relación costo precio: “Este es un año en el que debemos lograr los mejores resultados posibles en los cultivos de invierno, porque los costos están muy altos y la relación costo-precio del grano es desfavorable”.

Aclaró que esa relación “está bastante bien” para la colza y carinata. “Con ellos la cuenta sierra bastante bien, con un rendimiento de equilibrio que no es inalcanzable”.

Distinto es lo que sucede con el trigo y la cebada: “Los rendimientos de equilibrio para poder empatar están muy altos porque los costos son muy altos contra los precios de los granos que están relativamente bajos, dificultando las cuentas del productor”.

“La guerra en Medio Oriente llevó a un incremento en el precio de los fertilizantes, y con la situación de lluvias, la siembra retrasada y las malas implantaciones, se incrementan los riesgos”, que disminuyen si los cultivos están “lo mejor posible”.

Es muy pronto para definir cuál es el rendimiento necesario porque el precio del grano puede cambiar y eso modifica la ecuación, pero hoy, “con renta, con todo el paquete de fertilización, una tecnología alta y un híbrido como semilla, el rendimiento de equilibrio de la colza, para lograr empatar, es de unos 1800 o 1900 kilos”. El equilibrio del trigo y la cebada está en “unos 4500 kilos. Son todos números bastante ajustados”.

Los de inverno “se convirtieron en cultivos para hacer la rotación, se apunta a no perder. Si con ellos se logra empatar y pagar la mitad de la renta, después tenemos la soja de segunda con un costo un poco más bajo y con un margen proyectado mejor, pero depende del clima”, porque “la naturaleza es la que manda”.

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