24 de julio de 2025 10:19 AM
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Hay acuerdo en Paraguay para avanzar al máximo estatus sanitario, pero no en plazos

Los productores y el Gobierno se encuen­tran en pleno debate acerca del momento en el que se debe dejar de vacunar contra la fiebre aftosa y dar el salto al máximo estatus sanitario: el de país libre de aftosa sin vacuna­ción. En general, tanto el sector productivo como el industrial y el Gobierno están de acuerdo en avanzar en el estatus, pero dis­crepan en términos de plazos.

El sector público considera que las condiciones están dadas para dar un paso ade­lante y dejar atrás casi 60 años de inmunización, de los cua­les en los últimos 12 años se realizó de forma sistemática, según explicó a La Nación/Nación Media el presidente del Servicio Nacional de Cali­dad y Salud Animal (Senacsa), José Carlos Martin.

El principal argumento en favor del cese de la vacunación es que países de la región como Bolivia y Brasil ya se encuentran con el máximo estatus sanitario y no tienen circulación del virus de la aftosa, mientras que en Para­guay también la circulación es nula, lo que propicia, según el titular de Senacsa, el escena­rio correcto para dar el salto. La entidad maneja un crono­grama que apunta a que el 2026 sea el último año de vacunación antiaftosa, para luego proce­der a un monitoreo de 24 meses en los que, de no ocurrir esce­narios adversos, se podrá pre­sentar en 2027 los resultados ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), que validaría el máximo esta­tus para Paraguay en 2028.

Martin considera que tal esta­tus es coherente con el trabajo realizado tanto por el Senacsa como el sector privado, que desde el último brote en 2011 trabajó de forma más profesio­nal y científica, con resultados a la vista.

“Venimos trabajando con el sector privado de manera muy seria y con base técnica, con base en ciencia, hace alre­dedor de 12 años. Entendiendo que en estos 12 años se ha mejo­rado muchísimo y los planes de vacunación son procesos finitos”, explicó a LN. Igual­mente, recordó que en todo el continente, tanto América del Norte como América del Sur, el 85 % del ganado se encuen­tra inmunizado y en Paraguay, alrededor del 95 % se encuen­tra vacunado, por lo que insis­tió que en el país, la circula­ción viral es nula.

RESPALDO DE LA ACADEMIA

Desde la academia, la decana de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universi­dad Nacional de Asunción, la doctora Viviana María Ríos, explicó que tienen una postura técnica a favor, pero consideró importante un consenso con el sector productivo y con un plan bien diseñado con princi­pios técnicos y científicos.

“Hay evidencia de que no hay una cir­culación activa y yo creo que hay posibilidad ahora de invertir los esfuerzos que se están haciendo a nivel nacional, ya sea en vigi­lancia pasiva y activa, o desde el punto de vista del control de los hatos para hacer una detección temprana y demás”, dijo a LN.

Acotó que la vacuna no incide en absoluto en la calidad de la carne, ya que su función es meramente de inmunizar a los animales contra el virus de la fiebre aftosa. Señaló que al dejar de concentrar esfuerzos en la aftosa, los recursos podrían centrarse más en otras enfer­medades como la brucelosis, que es una zoonosis, es decir, es transmisible a los humanos. “La aftosa no es una zoonosis. La aftosa tiene una repercusión en el precio del ganado y en los mercados, pero no se transmite al hombre. O sea, el hombre no sufre de aftosa. A diferencia de la brucelosis, que tiene repercu­siones importantes en la salud humana, es transmitida por la leche, por ejemplo, o por el con­tacto con carne no bien coci­nada”, explicó.

POSTURA DE LA INDUSTRIA CÁRNICA

Daniel Burt, gerente gene­ral de la Cámara Paraguaya de la Carne, señaló que están de acuerdo con la postura de Senacsa, pero coincidió en que la decisión no podría ser tomada sin un consenso con todos los actores. Recordó que en 2011, en el último brote de aftosa en el país, se compro­metió el estatus internacional y se afectaron las exportacio­nes, por tanto, consideran vital agotar las instancias de diálogo para garantizar procesos bien definidos y una evaluación cos­to-beneficio para el país.

Consultado sobre los bene­ficios comerciales del esta­tus de país libre de aftosa sin vacunación, Burt consideró que es relativo, ya que existen mercados en los que no es un requisito el máximo estatus. “Categóricamente es una ele­vación de estatus y un recono­cimiento sanitario internacio­nal. Ahora, hay muchos otros factores que entran a jugar a la parte comercial, que hace que eso no sea una respuesta demasiado obvia. Tenemos países en donde si hay una ven­taja comercial y tenemos paí­ses donde no”, dijo a La Nación.

GANADEROS PIDEN MÁS TIEMPO

La Asociación Rural del Para­guay (ARP), que nuclea a los principales productores del país, tampoco se opone al plan, pero pide más tiempo para afianzar el proceso y convencer a la base productiva. “Nuestra propuesta es mantener la vacu­nación hasta el 2030”, explicó a LN Mario Apodaca, vicepresi­dente de la ARP y presidente de Fundación Servicios de Salud Animal (Fundassa).

Apodaca afirmó que el estatus sanitario actual es óptimo, con animales sanos, con alta inmu­nidad y nula circulación viral. No obstante, mencionó que los ganaderos necesitan mayor confianza para dejar la inmu­nización, que resultó esencial para la producción durante décadas. “La vacunación le da seguridad al productor, y esa seguridad no se reemplaza fácilmente. Hay que fortalecer aún más la vigilancia, el banco de vacunas, las contingencias e indemnizaciones”, sostuvo.

Insistió en que están de acuerdo con alcanzar el máximo estatus sanitario, pero piden vacunar unos años más, evaluar el entorno inter­nacional, principalmente de los países vecinos y luego avan­zar.

“Estamos totalmente de acuerdo con el objetivo, pero discrepamos en el plazo. Que­remos llegar al 2030 con todos los deberes hechos, sin apu­ros”, añadió.

Hoy Paraguay exporta carne bovina a más de 50 países, incluyendo destinos exigentes como Israel, Taiwán, Chile y Estados Unidos, y la visión del Estado es consolidar la com­petitividad de la producción nacional con el máximo esta­tus sanitario.

Fuente: La Nacion

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