1 de mayo de 2024 01:09 AM
Imprimir

“Hay que buscar un punto de equilibrio entre productividad y bienestar animal para que la granja sea rentable”

Nina Vázquez es veterinaria especializada en bienestar animal. Una parte de su trabajo consiste en hacer inspecciones en explotaciones como auditora de Welfair

La certificación de bienestar animal se está convirtiendo en los últimos años en una exigencia para muchas explotaciones lácteas por parte de las industrias que les recogen la leche. Welfair, el sello impulsado por el IRTA de Cataluña, es el estándar más comúnmente aplicado. Conocemos en qué se basa de la mano de la veterinaria y auditora Nina Vázquez.

“El concepto de bienestar animal empezó a desarrollarse desde el punto de vista ético, de los derechos de los animales, y hoy en día la legislación está presionando introduciendo nuevos requisitos a las granjas”, reconoce Nina.

El Decreto de Ordenación de Granjas Bovinas (Real Decreto 1053/2022) exige a todas las ganaderías de vacuno un Plan de Bienestar Animal, que el Ministerio ha pospuesto a 2027 a raíz de las recientes protestas de agricultores y ganaderos.

El Ministerio acaba de aplazar a 2027 la obligatoriedad de contar con un Plan de Bienestar Animal en granjas de vacuno

Pero aspectos como la eliminación de los emparrillados, la prohibición de explotaciones trabadas, el acceso de los animales a patios exteriores, el alojamiento en grupo de los terneros o las condiciones de separación de sus madres al nacer serán cuestiones que las ganaderías deberán abordar en los próximos años.

Demanda de los consumidores

El nivel de bienestar animal que logra la explotación, medido según los criterios aplicados en la certificación, incide en el precio de venta de la leche, ya que la mayoría de empresas aplican primas de diferentes cuantías en función de la puntuación obtenida que pueden llegar a 1 céntimo por litro.

Pero más allá de esos incentivos a las granjas, el bienestar animal se está convirtiendo en un criterio de selección; en un argumento para coger o dejar ganaderías por parte de las industrias, de forma que sólo aquellas granjas que pueden ser certificadas son consideradas explotaciones de porvenir por parte de las empresas lácteas, mientras las que no superan los test tienen cada vez menos opciones para entregar la leche.

La certificación de bienestar animal se ha convertido en un argumento de las industrias para coger o dejar explotaciones

Las industrias alegan que se trata de una exigencia de las cadenas de distribución, que a su vez aseguran hacerse eco de la demanda de los consumidores en este sentido. “El consumidor poco sabe sobre cómo se crían los animales y estamos en un momento en el que nos miran con lupa lo que hacemos en las granjas”, asegura Nina.

El último Eurobarómetro sobre bienestar animal, elaborado por la Comisión Europea hace un año, denota esta preocupación creciente de los consumidores. Los resultados de esta encuesta entre la población, con más de 26.000 entrevistas en 27 países de la UE, indican que el 84% de los ciudadanos europeos y el 80% de los españoles cree que se deberían mejorar los niveles de bienestar actual de los animales de granja.

El 48% de los consumidores españoles estaría dispuesto a pagar más por productos procedentes de sistemas respetuosos con el bienestar animal

Además, 6 de cada 10 europeos dicen que les gustaría saber más sobre las condiciones en las que se crían los animales y el 60% de los europeos y el 48% de los españoles estaría dispuesto a pagar más por los productos procedentes de sistemas respetuosos en bienestar animal. “Esto es importante, porque el bienestar es caro al ser necesarias inversiones y esfuerzos de manejo, y se deberían pagar más esos productos”, afirma Nina.

La definición de bienestar

El bienestar animal designa, según la Organización Mundial de Salud Animal (OIE), “el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere”. Es decir, detalla Nina, “que un animal esté sano, cómodo, bien alimentado, que pueda expresar su comportamiento innato y que no padezca estados desagradables”.

Las directrices que guían a la OIE en materia de bienestar de los animales terrestres incluyen también las «cinco libertades», enunciadas en 1965 y universalmente reconocidas, para describir los derechos que son responsabilidad del hombre, es decir, que los animales vivan:

  • libre de hambre, de sed y de desnutrición;
  • libre de temor y de angustia;
  • libre de molestias físicas y térmicas;
  • libre de dolor, de lesión y de enfermedad;
  • libre de manifestar un comportamiento natural.

“Hay que atender a cinco dominios o aspectos fundamentales para que exista bienestar animal: Nutrición, Salud Física, Confort, Conducta y Emociones. Pero para llegar al quinto apartado tenemos que tener controlados los cuatro anteriores”, afirma esta veterinaria especialista en la materia, que resume en tres grandes bloques las necesidades a cubrir por parte del ganadero en relación a sus animales: Funcionamiento biológico (donde se incluirían cuestiones relativas a nutrición o instalaciones), Comportamiento natural (por ejemplo el acceso a pasto) y Emociones.

“Hasta ahora hablábamos de emociones negativas (ausencia de sed, dolor o angustia) pero ahora empezamos a hablar de que haya un balance entre emociones positivas (por ejemplo, los cepillos) y negativas”, explica.

Equilibrio entre bienestar y rentabilidad

Es ya una idea comúnmente extendida tanto entre veterinarios como entre ganaderos que mejorar en bienestar animal supone aumentar la productividad del rebaño. Nina insiste en esa afirmación, pero admite que “hay que buscar un punto de equilibrio entre productividad y bienestar animal para que la granja sea rentable”.

“Mejorar el bienestar cuesta a veces mucho dinero, sobre todo si implica la necesidad de hacer grandes inversiones en instalaciones. Por eso hay que buscar el máximo de bienestar posible dentro de la rentabilidad”, argumenta.

Tenemos que buscar la máxima productividad posible pero sin perjudicar el bienestar

“Mejorar el bienestar supone ganar en productividad del rebaño pero a veces lograr 40 litros es menos rentable que producir 30, porque los costes son mayores, y esa presión hormonal va también en contra del bienestar”, asegura.

Además, bienestar y medio ambiente están íntimamente relacionados. “En términos generales, mejorar el bienestar de la vaca mejora su eficiencia productiva y reduce la cantidad de residuos (metano, nitratos, etc) por unidad de producto. A mayores, el bienestar influye positivamente desde el punto de vista sanitario y una buena salud aumenta la longevidad y reduce la necesidad de recría, lo que también contribuye a aminorar la intensidad de las emisiones de la granja”, evidencia Nina.

Formación del personal: curso de 20 horas o 3 años de experiencia en el sector

El Real Decreto de Ordenación de Granjas Bovinas exige una formación mínima en bienestar animal de 20 horas tanto para los titulares de explotación como para sus empleados, aunque esta formación mínima puede acreditarse mediante los años de dedicación profesional al sector (mínimo de 3 años trabajando con ganado bovino y conocimientos sobre manejo, bienestar y tratamientos biocidas). A mayores, será necesario llevar a cabo cursos de reciclaje y actualización de conocimientos al menos una vez cada 5 años y con una duración mínima de 10 horas. 

El Decreto de Ordenación de Granjas Bovinas exige una formación mínima en materia de bienestar animal de 20 horas tanto a titulares de explotación como a empleados

“La figura del ganadero y del personal de la granja es fundamental porque tanto en sistemas intensivos como semiextensivos el ganadero es el que controla casi todas las necesidades del animal: el alimento, el acceso al agua, el espacio que le damos, el confort para el descanso, los agrupamientos sociales que hacemos”, enumera Nina, que destaca, más allá de las instalaciones o la comida, aspectos como formación, manejo, conocimiento de la vaca y motivación como claves para lograr niveles óptimos de bienestar animal en una granja.

En el caso de la detección precoz de enfermedades, que causan dolor y estrés a los animales, “es esencial conocer la especie con la que estamos trabajando para poder identificar los problemas lo antes posible y ponerles solución también lo antes posible”, insiste.

Publicidad