La faena vacuna no afloja, mientras siguen sin aparecer las esperadas inversiones ganaderas para recomponer el stock
Sin embargo, en el acumulado de los primeros cinco meses del 2025 ese total asciende a 5,5 millones de cabezas, volumen que empata al registro del mismo período del 2024.
Los mayores movimientos se dan en las categorías de hembras, que en abril tuvieron una participación de 46,5% en el total. Se trata de un porcentaje bajo respecto de otros años en los cuales la seca obligó a mandar más animales de cría a la faena.
Con pasto en los campos ahora la faena de vacas cae. En abril la baja fue de 20%, y en lo que va del año se acerca al 10%. Eso aleja el fantasma de una liquidación del stock.
Pero, por otra parte, sigue creciendo la faena de vaquillonas. El mes pasado los envíos hacia los frigoríficos sumaron 275.000 animales, 3% más que en el mismo mes del año pasado.
Algunos opinan que la caída en la faena de vacas tiene que ver con la mayor preñez de los vientres gracias a que las lluvias favorecieron la producción de forraje y que, teniendo en cuenta la necesidad de revancha, los criadores apuestan por retener animales de esa categoría para dar un ternero este año antes que darle la posibilidad a una vaquillona de transformarse en vaca.
El crecimiento de la faena de vaquillonas obedece a las necesidades de los ganaderos de hacerse de dinero ante los buenos precios que se están obteniendo por la venta de terneros en la zafra. Con esa plata se pagan deudas, se hacen inversiones en infraestructura y, por qué no, se compran dólares ahora que se puede.
Por otra parte, también juega el factor incertidumbre que frena las esperadas inversiones ganaderas que aún no llegan. Para retener una vaquillona y transformarla en vaca se requiere una apuesta por el largo plazo, algo que no es característico de la economía ni de las políticas de este país.
Una vaquillona requiere de la recría, el entore y si queda preñada hay que esperar nueve meses más para obtener un ternero, que será destetado con seis meses de vida. En definitiva, se necesita inmovilizar capital a la espera de un resultado económico incierto que se capitalizará, si todo va bien, recién al término de la actual gestión de gobierno.
Los plazos de la biología ganadera y de la política económica del país no van de la mano y por eso muchos prefieren hacerse del dinero con la venta rápìda de lo que se produjo este año, reinvertirlo en el campo o ahorrarlo ahora que el dólar está barato.