La Industria Responde: “La mesa está servida, pero Uruguay debe agrandarla”: llamado a la ambición exportadora
“La mesa está servida, pero hay que agrandarla” fue una de las frases que sintetizó el espíritu del cierre de la sexta edición de La Industria Responde. Conscientes del buen momento que atraviesa el complejo cárnico uruguayo, pero también de sus límites estructurales, los referentes de la industria frigorífica coincidieron en que es hora de dar un paso más: profesionalizar la producción, mejorar la competitividad y encarar con ambición una estrategia de crecimiento sostenido. Con optimismo moderado, advirtieron que los resultados basados solo en precios altos son frágiles, y que para resolver los desafíos actuales —desde lo laboral hasta lo sanitario— se necesita producir más, generar valor y alinear esfuerzos públicos y privados. Uruguay tiene todo para crecer un 30 o 40% en los próximos cinco años. La oportunidad está servida. Ahora toca aprovecharla.
Con una faena que supera las 825.000 cabezas y un precio promedio de exportación de US$ 4.750 por tonelada, los representantes de los principales frigoríficos del país coincidieron en que Uruguay atraviesa un arranque de año positivo, aunque marcado por desafíos estructurales.
En el inicio de la sexta edición de La Industria Responde —conferencia organizada por Rurales El País, Valor Agregado y la Asociación Rural del Uruguay— el análisis del contexto general estuvo a cargo del Dr. Alberto González (Frigorífico Las Piedras), el Lic. Eduardo Urgal (San Jacinto) y el Dr. Marcelo Secco (Marfrig).
Alberto González fue el primero en tomar la palabra y recordó una frase de ediciones anteriores: “la mesa está servida”. Pero aclaró que este año, pese a las buenas cifras, no se puede hablar de un escenario similar al de 2022. “No hay situación igual en todo el planeta”, señaló, aludiendo a los múltiples factores que hoy afectan el negocio. “En 2022 había un contexto interno y externo favorable, pero hoy enfrentamos incertidumbre”, agregó.
Para el director de Frigorífico Las Piedras, esa incertidumbre —especialmente vinculada a la guerra comercial— frena inversiones, desacelera decisiones y limita el crecimiento. “Nuestro país tiene todo para producir más. Sin embargo, no lo está haciendo. No es por falta de capacidad, es porque el contexto genera dudas”, explicó. A su juicio, un aumento de hasta 10% en la producción ganadera no afectaría negativamente los precios actuales.
Por su parte, Eduardo Urgal, director de San Jacinto, se refirió al cambio de escenario internacional. “Uruguay tuvo una excelente reinserción post-aftosa, que le dio acceso preferencial a muchos mercados. Pero ese crédito se está terminando”, advirtió.
Urgal explicó que el acceso a mercados fue durante años una ventaja competitiva que permitió mejores precios, pero que hoy el foco debe estar puesto en las “fortalezas genuinas” de la cadena: industria, producción, políticas públicas. “El precio es solo un componente del resultado. Lo que importa es la productividad, el resultado, el margen de exportación. Si no somos buenos en lo que hacemos, no hay negocio que aguante”, afirmó.
El ejecutivo hizo un llamado claro al sector: “La señal para los productores es que el que no mejora, no sobrevive. Ya no alcanza con tener acceso al mercado; hay que ser competitivo desde adentro”.
Desde Marfrig, Marcelo Secco coincidió en que el arranque de 2025 fue positivo. “Es un comienzo esperanzador, con un contexto forrajero mucho mejor que el del año pasado y una valorización sostenida de la hacienda”, señaló. Además, destacó que el cambio de administración genera nuevas expectativas en términos de políticas públicas que fortalezcan la competitividad exportadora.
No obstante, Secco advirtió que Uruguay ya no tiene el diferencial de antes en los mercados internacionales. “Ese gap que nos separaba del resto se está achicando. Ya no estamos solos. Jugamos en otra liga, pero el desafío es seguir creciendo con competitividad”, concluyó.
Mercado global volátil: ¿oportunidades o riesgos?
Los referentes de Marfrig, San Jacinto y Las Piedras analizaron el presente y futuro de los principales destinos de la carne uruguaya. Advirtieron sobre la fragilidad del contexto global, la pérdida de ventajas arancelarias y la necesidad de apostar a la productividad. Alberto González advirtió que si bien el año 2025 ha comenzado con precios firmes, el escenario es extremadamente incierto. “Sería de esperar que se mantenga, pero con la guerra comercial global no hay garantías de nada”, afirmó. Recordó que tras alcanzar valores récord en años anteriores (más de US$ 5,20 por kilo carcasa), el mercado cayó abruptamente a US$ 3,50. “No quiero decir que eso pase, pero puede pasar. El mundo no es rehén de la carne vacuna, hay sustitutos, y los consumidores también miran el precio”.
A su juicio, el camino para enfrentar esta volatilidad es claro: aumentar la producción para diluir costos. “Un país caro como Uruguay no puede permitirse producir menos. Si lo hacemos, el sistema no sobrevive”, sentenció.
Eduardo Urgal analizó las consecuencias de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, pero descartó que Uruguay obtenga una ventaja estructural. “La afectación en la importación de carne estadounidense a China puede abrir un nicho, pero no cambia el panorama del complejo cárnico”, explicó.
A su entender, el verdadero problema es que Uruguay ha perdido su diferencial de acceso a los mercados, mientras sus competidores (Argentina, Brasil, Paraguay) avanzan en productividad y reducción de costos. “Se terminó la vuelta. El mundo tiende a un precio internacional de la carne. Y ahí, si sos caro, perdés”, dijo. “Tenemos que dejar de pensar que alcanzamos con el mejor bife del mundo. Si no sos consistente y competitivo, el mercado elige otro proveedor”, agregó.
Marcelo Secco sumó una visión más amplia del conflicto comercial, destacando que no solo están en juego los aranceles, sino que “se quebraron los paradigmas del comercio”. “El sistema comercial está alterado. Las normas ya no se cumplen, o se demoran en aplicarse. Y eso afecta a toda la cadena: el cuero, los biocombustibles, la moneda. Estamos en un mercado donde nada está garantizado”, advirtió.
Secco señaló que, pese a la volatilidad, Uruguay ha logrado mantener presencia en nichos de alto valor en Estados Unidos, Europa y China. “Eso es fruto del trabajo empresarial. No nos hemos bajado de esos mercados, a pesar de que sus precios se movieron 20% o 30%”.
A futuro, el desafío será seguir tejiendo con inteligencia ese mapa de destinos. “Tenemos que estar en la mesa del distribuidor y del consumidor todos los meses, con producto, con constancia y con eficiencia”.
¿Se puede proyectar un novillo a US$ 5?
Consultados sobre la posibilidad de que el productor uruguayo logre validar un novillo de US$ 5 en 120 días, los tres coincidieron en que, si bien es una apuesta riesgosa, hay fundamentos.
“Sí, porque la industria es la que hoy asume ese riesgo. Nadie tiene precio de venta asegurado a tres o cinco semanas, mucho menos a tres meses”, explicó Secco. González, en tanto, señaló que “jugar a futuro sin certezas es una práctica obligada para la industria”, aunque no siempre saludable.
Sobre la herramienta del mercado de futuros, recientemente reactivada, Urgal fue escéptico. “Es una opción más, pero la ganadería uruguaya es de transacción inmediata. No es renta fija. No hay tendencia que valga la semana que viene”. Y concluyó con una reflexión: “Si hoy hay operadores asegurando novillos a 5 dólares es porque creen que no se van a fundir. Alguien mueve la máquina con expectativas”.
El corral gana terreno y la exportación en pie vuelve al debate
La oferta de ganado se mantiene firme en el arranque del 2025, con un incremento del 4% en la faena y un fuerte crecimiento de la participación de vaquillonas. Los referentes industriales proyectan estabilidad para el invierno, impulsados por los corrales y atentos a la incidencia de la exportación en pie.
Marcelo Secco fue claro: “El invierno siempre llega”. Pero, a diferencia de otros años, este 2025 encuentra al país con buenos niveles de pasto, lo que cambia la dinámica de oferta. A su juicio, el impacto de la exportación en pie también se sentirá menos este año. “Es un año de menor generación de esa faena”, dijo, y agregó que todavía hay rodeos sin destetar y diagnósticos sin cerrar, lo que podría demorar decisiones.
“Será un año similar en volumen a 2024, donde la productividad, el clima y la relación grano-carne serán claves”, explicó Secco. La decisión de encerrar ganado o apostar a verdeos dependerá, como siempre, de cada establecimiento.
González proyectó que la faena anual rondará las 2.250.000 cabezas, en línea con el año pasado. Según sus cálculos, restan unos 1.400.000 animales por procesar en los próximos ocho meses, lo que implicará meses con picos de 200.000 cabezas.
“Hace años que la producción de carne en Uruguay crece de forma sostenida. Y uno de los factores clave ha sido la faena de corral”, sostuvo. Destacó la profesionalización del sistema agrícola como un factor que consolidó esa modalidad. En 2024, el 26% de los novillos faenados provinieron de corral, y este año esa cifra podría crecer. “Podríamos llegar al 30% entre novillos y vaquillonas”, adelantó.
También explicó que el aumento de extracción de machos —por exportación en pie— ha sido compensado por una mayor faena de hembras. “Es una tendencia que se da en otros países también. Mientras no se afecte la maquinaria de producción, no debería preocuparnos”.
¿Post-zafra? No este año
Para Eduardo Urgal, el concepto de post-zafra perdió vigencia. “Este es un negocio de 52 semanas. Cada uno construye su resultado con sus propias fortalezas, ya sea con volumen o con calidad”, afirmó.
Coincidió en que el corral seguirá ganando peso en la faena y destacó la resiliencia del sistema. “Si el clima acompaña y la productividad se mantiene, no hay motivos para una caída abrupta de la oferta”.
Consultado sobre el rol de la exportación en pie, Urgal defendió su existencia como herramienta, pero advirtió que la política actual es desequilibrada. “Se hizo mucho esfuerzo para abrir mercados de ganado en pie, pero poco para la exportación de carne. Es una deuda”, sostuvo. Recordó que la ley que habilita esa exportación data de 1992 y que, en sus inicios, se orientaba mayoritariamente a animales con destino a faena.
El dilema de la estancia turca
Alberto González retomó la historia para contextualizar la política de exportación en pie. “Hace 30 años se usaba como válvula de escape cuando Brasil pagaba más. Hoy el escenario es otro. No hablamos de vacas gordas o novillos listos. El riesgo es que Uruguay se transforme en una ‘estancia turca’”, dijo, en alusión a una frase usada por el actual ministro de Ganadería, Alfredo Fratti.
Para González, el debate no pasa por estar a favor o en contra, sino por el control. “¿Sirve? Sí, si está regulada. ¿No sirve? No, si es descontrolada. Hay que evaluar hasta qué punto la herramienta aporta valor a toda la cadena”.
Concentración en la faena: preocupación por el impacto del negocio Marfrig-Minerva-Allana
La eventual aprobación de la venta de activos de Marfrig a Minerva, con la participación del grupo indio Allana, pondría en manos de un solo actor cerca del 40% de la faena nacional. Las gremiales miran con cautela y desde la industria se habla de incertidumbre, riesgo y necesidad de equilibrio.
Aunque Patricio Silveira (Minerva) no participó del panel, la discusión estuvo presente. Si la operación avanza, un solo grupo controlaría en torno al 40% de la faena del país, generando preocupación en las gremiales de productores.
Eduardo Urgal llamó a evitar una mirada simplista del tema. “La mera concentración dice cosas, pero más importante es cómo se gestiona. Hasta ahora no ha habido prácticas abusivas en Uruguay”, afirmó. Aclaró que no le corresponde apoyar ni rechazar el negocio, pero instó a mirar el panorama completo: “Si el negocio es atractivo, nadie debería tener el 50% solo por tener dinero. Hay que entender qué pasa detrás”.
Desde una empresa familiar, Urgal valoró la competencia sana como motor del desarrollo industrial. “La clave es que el resultado que se construya no sea peligroso ni excluyente”.
Marcelo Secco evitó profundizar por estar directamente involucrado en el negocio, pero planteó una reflexión general sobre el rumbo que debería tomar el país. “La concentración se vuelve un bulto cuando no agrega valor. Lo que Uruguay necesita es generar trabajo, empleo, producción. No pelearnos por una cuota que nadie viene a buscar”, sostuvo. Advirtió que Uruguay debe apuntar a ser competitivo, más que a limitar actores. “Hay productores que quieren vender ganado, y no todos los países nos compran carne como nos compra Turquía”.
Consultado directamente sobre si vendería Frigorífico Colonia a Allana en caso de que se rechace el negocio por parte de la Comisión de Defensa de la Competencia, Secco fue tajante: “No, no es el planteo. Es parte de un negocio global con Minerva, aprobado en otras geografías”.
“El productor necesita señales de competencia”
Alberto González defendió la competencia como base del dinamismo de la industria. “Esto es como una carrera de Fórmula 1. Hay competencia real, pero si el productor empieza a sentir lo contrario, es grave”, advirtió.
Se mostró preocupado por el impacto psicológico que este tipo de operaciones podría tener en el ánimo del sector. “Si se instala la percepción de que no hay competencia, se genera incertidumbre, se desestimula al productor y eso es malo para todos”, subrayó.
González remarcó que tanto la Asociación Rural del Uruguay como la Federación Rural ya manifestaron su inquietud. “Ellos transmiten lo que siente el productor. Si las gremiales se preocupan, el productor también lo hace. Y si se siente desestimulado, hay consecuencias”.
La agenda internacional de la carne uruguaya: oportunidades sanitarias y desafíos estratégicos
Los referentes de la industria frigorífica coincidieron en la necesidad de reactivar ámbitos de coordinación público-privada, revisar el estatus sanitario nacional y fortalecer el rol del INAC en la promoción y asesoramiento de política exterior.
Eduardo Urgal recordó que el gobierno anterior desactivó instancias de coordinación clave como la ANAM (Agenda Nacional de Acceso a Mercados) y Procarnes. “Fueron espacios muy útiles, pero se desgastaron cuando la discusión se volvió pública. Los trapitos hay que lavarlos en casa”, advirtió.
A su juicio, es clave retomar esos ámbitos con reserva y profesionalismo, ya que son fundamentales para diseñar estrategias de inserción internacional. “Todavía no está claro el plan de acción del nuevo gobierno, pero esperamos que se formule y que esas instancias se reactiven”, señaló.
Consultado sobre las prioridades de inserción, Alberto González apuntó hacia Asia: “ASEAN y China fueron claves en los últimos cinco años y lo seguirán siendo, salvo un colapso económico global”.
También hizo hincapié en el enfoque sanitario: “Uruguay debería tener acceso irrestricto a todos los productos de vacuno. Cuando digo todos, hablo desde el pelo al hueso. Como si fuéramos un país libre de aftosa sin vacunación”. Sostuvo que esa condición le permitiría al país capitalizar mejor el llamado “quinto cuarto” (subproductos de alto valor) y abrir mercados como lo hacía en los años noventa. “Libre es libre. Esa debe ser nuestra bandera”, enfatizó.
¿Dejar de vacunar?
En línea con esa idea, se planteó si Uruguay debería dejar de vacunar para lograr ese reconocimiento. Secco fue cauto: “Hay que hacer un análisis técnico serio. Brasil está en camino de lograrlo, pero el mundo cambió. Hoy hay otras zoonosis más relevantes que la aftosa”.
Subrayó la importancia de mantener viva y profesional la agenda internacional: “Debe trascender los gobiernos, ser ágil y tener vínculo con las políticas públicas. Muchas veces las decisiones sanitarias se negocian como bienes de cambio en acuerdos mayores”.
Urgal coincidió: “No se trata de discutir posiciones, sino de analizar técnicamente. En Uruguay debatimos mucho y analizamos poco. Tenemos que madurar en ese sentido”.
El rol del INAC: asesorar, promover y articular
Los tres panelistas destacaron el papel del Instituto Nacional de Carnes como pilar institucional del sector.
Para González, el INAC debe enfocarse en su mandato original: promoción e investigación. “Ha desarrollado herramientas de marketing potentes desde la aftosa, y debe seguir por ese camino”, dijo. También valoró que su rol fiscalizador haya perdido peso, dado el nuevo contexto de libre mercado.
Secco agregó que el organismo necesita ganar eficacia y articular mejor con el resto de la institucionalidad pública: “El INAC tiene un rol, el Ministerio otro. La articulación debe mejorar, sobre todo en temas sanitarios, residuos y negociaciones internacionales”.
Urgal, actual representante de CIF en la Junta del INAC, expresó su expectativa positiva sobre la nueva administración. “Conocen el sector, tienen experiencia y son buenas personas. Me gustaría que el sistema político les diera más rango y los escuchara más. Hay mucho talento ahí adentro”, concluyó.
Relaciones laborales en la industria cárnica
Tras un semestre complicado en 2024 por conflictos laborales, los referentes de la industria frigorífica llamaron a cuidar el diálogo y a fortalecer el rol del Ejecutivo en la negociación tripartita. Pese al acuerdo salarial hasta 2026, preocupa la inactividad de varias plantas y la pérdida de empleo en el sector.
Alberto González abrió el análisis recordando que hoy existe un acuerdo salarial vigente hasta 2026. “Eso debería permitirnos transitar un camino con menos piedras”, sostuvo. Sin embargo, advirtió que todo dependerá de que la industria se mantenga activa. “Si los niveles de actividad y generación de empleo se sostienen, no deberíamos enfrentar grandes escollos”, dijo.
González destacó también el nivel de remuneración del sector: “Los trabajadores frigoríficos tienen algunos de los mejores jornales del país. Que eso se mantenga habla de un buen entendimiento entre las partes”.
Marcelo Secco reclamó un papel más firme del Estado. “El Ministerio de Trabajo debe liderar un espacio de discusión genuina, sin contaminación. El Ejecutivo tiene que ayudar a ordenar esta agenda con altura”, afirmó.
Para el CEO de Marfrig, la agenda laboral está cambiando en todo el mundo y Uruguay no es la excepción. “Reducción de jornada, certificaciones médicas, informalidad… hay muchos temas que merecen análisis profundo”, dijo. Además, advirtió sobre un deterioro del empleo industrial: “Hay muchos trabajadores sin empleo. Eso debe ser monitoreado con seriedad”.
Desindustrialización silenciosa
Desde una perspectiva más estructural, Eduardo Urgal lamentó el proceso de cierre de plantas y la pérdida de capacidad industrial. “Hay varias fábricas sin actividad. Algunas por coyuntura, otras por causas más profundas”, advirtió.
Para el director de San Jacinto, no se trata solo de conflictos puntuales, sino de un proceso más amplio. “Estamos en un lento pero largo camino de desindustrialización. Es grave. Hay insumos que antes se producían acá y ahora se importan”, alertó.
Urgal destacó el compromiso del personal: “El talento y la pasión de los equipos de trabajo es lo que hace posible que el producto llegue al consumidor final. No podemos descuidar eso”.
La industria advierte sobre la garrapata: preocupación por residuos y control sanitario
Los frigoríficos expresaron su alarma por el impacto creciente del mal manejo de la garrapata y alertaron sobre los riesgos comerciales y sanitarios que esto implica para Uruguay. Reclamaron liderazgo, controles y una estrategia profesional, más allá de la vacuna.
El CEO de Marfrig para el Cono Sur y médico veterinario, fue categórico al señalar que la problemática requiere un abordaje integral. “La garrapata se está levantando como foco de análisis relevante, pero hay una falsa expectativa de que la vacuna es la solución. No lo es”, subrayó.
Secco explicó que uno de los desafíos más complejos está en los límites de residuos permitidos para productos veterinarios, que varían de país en país. “Uruguay, que busca vender carne al mejor mercado, debe arbitrar entre distintos requisitos para la misma droga. Eso es un desafío técnico enorme que requiere liderazgo y coordinación”.
Llamó a evitar enfoques localistas y a impulsar una estrategia nacional sólida: “No puede ser que se elija ganar por club. Hay que pensar en el país, no en la ventaja de un lateral”.
Alberto González fue aún más contundente: “Es horrible. La situación puede comprometer seriamente el estatus del país. Esto no es solo un problema de una empresa, es un tema país”.
Señaló que si Uruguay pierde la confianza de sus compradores por problemas de residuos, las consecuencias pueden ser graves. “Sabemos que las autoridades están trabajando, pero también sabemos que hay productos que entran ilegalmente, hay poca fiscalización, y los costos del control son altos”.
González reclamó una intervención profesional y sostenida. “Tienen que involucrarse fuerte el Ministerio de Ganadería, los colegios veterinarios y todos los actores del sistema sanitario. Hay que ir a fondo”.
Trazabilidad ganadera: consenso industrial para actualizar el sistema sin elevar costos
Los referentes de la industria frigorífica respaldaron la modernización del sistema de trazabilidad en Uruguay, destacando su importancia estratégica y la necesidad de mantenerlo actualizado, siempre que no implique una carga económica adicional para el sector.
El director de San Jacinto, fue el primero en responder. “Soy un gran defensor del sistema uruguayo de trazabilidad. Si hay una mejora tecnológica posible, bienvenida sea”, dijo. Sin embargo, planteó una advertencia clave: “Ojalá no implique mayores costos para el complejo. Siendo así, vamos para adelante. Podemos saber dónde están las vaquitas, pero esperemos que no duela en el bolsillo”.
Marcelo Secco coincidió en la necesidad de modernización, pero remarcó la importancia de no adelantarse con soluciones sin haber hecho un análisis técnico previo. “Como todo sistema, necesita una actualización periódica. Pero hay que revisar bien la base: qué se quiere mejorar, por qué y cómo. No hay que hipotecar mejoras por apurarse a aplicar tecnología”, apuntó.
También recordó que Brasil ya está avanzando en sistemas de trazabilidad propios, con implementación progresiva en algunos estados. “Uruguay tiene que mantener la delantera, pero no a cualquier costo”, concluyó.
Alberto González fue tajante: “En los últimos 18 años, la mayor fortaleza del complejo carne bovina uruguayo ha sido la trazabilidad. Si hay que gastar un cartuchito en un upgrade, vale la pena”. Apoyó la idea de que la actualización se desarrolle con apoyo técnico de INIA, INAC y ANII, como se planteó desde el gobierno. “Es un sistema que parece nuevo, pero ya tiene 18 años. Es hora de renovarlo”, sostuvo.
Carne ovina: una cadena hackeado entre el desinterés industrial, los precios bajos y la pérdida de profesionalización
La caída de la faena, el estancamiento del precio del cordero y la pérdida del stock preocupan al sector. Los industriales señalaron la falta de dinamismo y llamaron a romper el círculo vicioso que atraviesa toda la cadena ovina.
Alberto González no dudó en calificar al sector como “hackeado”. “Cuando hay desinterés sostenido, las consecuencias se acumulan. Siempre se dijo que la industria procesaba ovinos como un recurso zafral, para cubrir el bache de agosto a octubre. Pero esa lógica ya no aplica: la post-zafra prácticamente no existe más”, sostuvo.
Señaló además causas estructurales del retroceso: el abigeato, el ataque de perros, la falta de esquiladores y, sobre todo, la pérdida de profesionalización. “Hoy hay 5 millones de ovejas. En 1980 teníamos 27 millones. Esa caída habla por sí sola”, lamentó.
Eduardo Urgal (San Jacinto) comparó la evolución de las cadenas bovina y ovina. “Mientras la carne vacuna entró en un círculo virtuoso —con productividad, acceso a mercados, tecnificación— la ovina quedó rezagada”, señaló. “El precio del cordero ya no es competitivo frente al novillo. Y aunque el compartimento habilitado para Estados Unidos parecía una oportunidad, no se logró consolidar por falta de volumen y constancia”, agregó.
Urgal fue claro sobre el problema: “El comprador en EE.UU. está acostumbrado a carne australiana, con entregas diarias y previsibles. Nosotros vamos con un contenedor cuando podemos. Así no se construyen relaciones comerciales sostenidas”.
También advirtió que mientras la exportación se achique, el precio interno puede subir, pero eso no genera valor: “Eso es una ilusión estadística. Como pasó en Argentina cuando se cerró la exportación”.
González recordó que la carne ovina no puede analizarse por separado del negocio lanar. “Es el mismo animal. Y el bajo precio de la lana ha sido un gran desestimulante”. Consideró que el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) tiene un rol clave en revertir el proceso. “Tiene capacidad técnica, conocimiento y llegada al productor. Es momento de redoblar esfuerzos para inducir la profesionalización de los sistemas ovinos”, concluyó.
Un cierre con optimismo: el futuro de la carne uruguaya entre la oportunidad y el compromiso
Con llamados a la ambición, la profesionalización y la estabilidad, los referentes de la industria frigorífica coincidieron en que Uruguay tiene todo para seguir creciendo y convertirse en un exportador aún más relevante a nivel global.
Marcelo Secco fue el primero en tomar la palabra y ofreció una síntesis del encuentro: “Un repaso ágil en un contexto dinámico, con buenas expectativas. Hay que estar atentos al escenario geopolítico, que cambia día a día. Pero tengo esperanza en que esta administración sepa interpretar las necesidades del sector para mejorar la competitividad del país, el trabajo y la generación de riqueza”. Con su habitual tono optimista, Secco cerró con una sonrisa: “Ojalá estemos en la edición número siete, con el deber cumplido y habiendo crecido”.
Eduardo Urgal también se mostró positivo, pero introdujo una advertencia. “Me incomoda cuando los buenos resultados se explican solo por precios altos. Es un préstamo. Y los préstamos se devuelven. Prefiero la estabilidad, es más genuina”, reflexionó. Rescató la metáfora de “la mesa está servida” usada por González años atrás, pero propuso ampliarla: “Tenemos una golosa mesa servida, pero debemos ser más ambiciosos. Podemos agrandarla. Tenemos potencial para hacerlo”.
Alberto González cerró con una declaración de principios: “Tenemos los pilares. La mejor genética, el mejor clima, el mejor ambiente y, según muchos auditores, una de las mejores industrias frigoríficas del mundo”. Para él, el vaso está medio lleno y es momento de mirar hacia adelante: “Uruguay ya es una potencia exportadora de carne, pero puede crecer un 30 o 40% en los próximos cinco años. Eso significa 200.000 toneladas más en peso carcasa. Y con eso resolveríamos el 70% de los problemas que hoy enfrenta la producción y la industria”.